Anoche te vi dentro del reino de Morfeo, adornando con una corona de espinas mi cabeza, un sueño extraño pero significativo. ¿Que representan aquellas espinas que al entrar en mi carne no las sentía? No hallo respuesta más tu con una sonrisa parecías poner anestesia a los punzones.
El sueño seguía, y después de sentir el goteo de la sangre en mi cara, no te vuelvo a ver, un sonido de flautas resuena en ese momento, y de repente aparezco en un salón gigantesco, tapizado por un prado de color carmesí, el techo se alza muy alto, es un salón de banquetes. En el centro de salón estas tu, y me miras ahora, no sonríes solo se aparece una mirada tuya lasciva, llena de fuego. Y comienzas un baile, y quiero levantarme y poder abrazar tu silueta más no lo consigo, no puedo, estoy aferrado al suelo, mi cuerpo parece estar ya frío, tu bailas y me miras, tu mirada cambia, y me llamas, me invitas, pero me siento prisionero.
De improvisto hay un silencio, todo es oscuro escucho risas. Este viaje dentro del mundo de los sueños me es confuso, pero no consigo despertar, es repulsivo pero la curiosidad y tenerte dentro de él me hace continuar.
En ese silencio, escucho tu voz y siento tus caricias, tus besos antes negados son abundantes, es extraño mis manos se aferran a la forma de tu cuerpo, mis labios te reconocen, siento tu perfume, pero en esta oscuridad profunda no te puedo divisar, ahora sólo los dos desnudos. Me aferro a ti, sin mirarte, escucho de nuevo tu risa, pero me viene un presentimiento, otro cambio de escenario.
Finalmente en una playa de arena blanca, con el sol del amanecer emergiendo de un océano con una calma sepulcral, apareces cual diosa Venus vestida, el agua humedece la tela blanca de tu vestido, el agua se resbala por tu cara y tu cabello, recorre tu cuerpo bajando por los surcos que se hacen en el vestido.
Ahora que puedo verte, llena de tu belleza radiante, esa belleza que vi cuando te conocí, complemento excelso que emana del interior y se cubre de perfección externa…
