Su curiosidad insaciable lo llevo a la parte trasera de la posada, era un callejón estrecho, casi asfixiante, el clamor por ayuda cada vez perdía más su potencia, cada vez más débil, lentamente se acercaba, el piso de tierra apisonada de la callejuela, por la acercaba permanecía en la penumbra, un hilo de un liquido de color irreconocible se aproximaba a sus pies.
Posiblemente alguno de estos aldeanos vació alguna cubeta, pensaba él; aunque ahora no era posible para él descifrar ese sonido modulado en el aire, un chasquido o tal vez… pero no era posible, era un sonido de algo alimentandose, algo porque le era posible saber que animal era, humano no podría ser, pero que animal a estas horas salia a alimentarse, los perros solo venían en las mañanas y los gatos callejeros hace horas que habían callado su desafinado canto.
Ahora ya habían pasado unos minutos, quince tal vez, pero en su mente parecían horas, se sentía rígido, lo desconocido traían miedos que en él eran poco comunes, en ese instante el sonido desapareció, el alivio apareció en su interior…
Ahora decidido y en parte obligado por una curiosidad casi infantil, siguió adentrandose en el callejón, cada vez mas oscuro, y aquel liquido, el que antes era un hilo, se había entremezclado con el suelo polvoriento, nada lo prepararía lo que ante sus ojos aparecería….
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